Amanna nace de una herida que supo florecer.

«Durante muchos años deseé la muerte, cerraba  los ojos  y sentía que la esperaba. La muerte era para ese entonces, mi única vía de escape».

El nacimiento de Amanna, va unido a la vivencia personal de su fundadora, Susana Jiménez. Ella, pudo sentir el miedo desde niña, siendo víctima de abuso sexual infantil intrafamiliar. Desde que tenía cinco años, los abusos sexuales fueron recurrentes, pasando desapercibidos por el resto de personas cercanas a ella. Años después salieron más casos de abuso sexual a otrxs menores del entorno familiar, en manos del mismo abusador, creando heridas muy profundas a todos los niveles.

«Tanto es el dolor, que te rompe el ser, te impide crecer como lo haría cualquier otra persona, te deja marcada, pierdes tu esencia, es como morir en vida. Por eso nunca tuve miedo a la muerte, más bien esta fue mi refugio, ella era mi consuelo»

Después de tocar fondo y mantenerse ahí durante mucho tiempo, Susana utilizó ese dolor para coger impulso.

«Y entonces, una voz sin sonido me invadió, para decirme que iba a cuidarme, a ocuparse de mí, a sanar mis heridas, a acompañarme en este largo camino. Esa voz era la mía. La persona que iba a cuidarme era yo misma».

Y sabiendo que el viaje iba a ser doloroso, lo emprendió. Diferentes herramientas de desarrollo personal fueron el vehículo, abriendo una vivencia hacia el ser que en esencia era.

Amanna es ella, Amanna son todas esas personas que han crecido con la herida y toman la decisión de transformarla, sanarla y volver a su propia esencia. 

Susana, una mujer que le ha dado sentido a su historia y dolor, acompañando con Amanna a otras personas para que también puedan tener la oportunidad de construir todo aquello que quieran. 

Somos una entidad comprometida con la transformación social, con la conciencia de que cada persona es única, y como tal, su proceso también.